Dayana era una hermosa venezolana de piel morena, largas piernas, pechos monumentales y una cara de ángel. A pesar de su apariencia inocente, Dayana tenía un lado muy oscuro y lujurioso.
Un día, después de clases, Dayana decidió pasar la tarde en un hotel para saciar sus apetitos insanos. Mandaría fotos provocativas a cualquier hombre dispuesto a complacerla.
Envió fotos de sus pechos y sus piernas a desconocidos en un sitio de encuentroscasuales. No tardaron en llegar las respuestas. Dayana seleccionó al más apuesto y atractivo. Le dio su número de habitación y el día de su llegada.
El hombre, Rodrigo, llamó a la puerta de su habitación. Dayana abrió la puerta y lo condujo al interior. Su mirada intensa y aterciopelada le encantó. Rodrigo la contempló embelesado, deslumbrado por su belleza.
Dayana lo besó apasionadamente, arrancándole la ropa y acariciando su virilidad al borde de la locura. Rodrigo gimió, extasiado. Luego se dejó caer de rodillas y comenzó a explorar el cuerpo de Dayana con la lengua, saboreando cada centímetro de su piel.
Dayana gimió, sumida en el éxtasis. Rodrigo la penetró profundamente, sacudiendo el mundo de Dayana. Sus embestidas fueron frenéticas, explorando cada posición imaginable.